He ido miles de veces
a Montserrat, esa montaña la he recorrido por infinidad de senderos, que te
aproximan a alguna de las numerosas vías de escalada que existen. Su silueta
siempre me ha enamorado y cuando me
acerco a ella muchas veces la fotografío desde diferentes posiciones y en todas
las estaciones del año. Una de ellas es la que plasmo aquí, otra de ellas la
llevo, por siempre, tatuada en mi brazo.