Siendo crío descubrí un antiguo cajón de fotografías, fotografías
añejas de mi abuelo. Me fijé en una postal de la época en la que a los pies del
castillo de Miravet junto al río Ebro, soldados de vete a saber de qué bando pudieran
ser, fumaban y descansaban probablemente después de una de las mil batallas que
en esa zona se produjeron. La foto en blanco y negro había tomado un color amarillento.
Hoy, en vez de soldados, en la vera del río, descansan las
barcazas que agotadas por el tiempo tiraron
la toalla y se dieron por vencidas.
En honor a aquellos soldados, hoy yo también amarillento mi
obra y le pongo color vintage, color a viejo, color a historia.
El tiempo pasa, y con él, la vida. Vivámosla intensamente
antes de agotarla.