En ocasiones, la vida te da patadas como en taekondo, de las que te duelen, y tu debes absorverlas lo mejor que puedas para poder seguir luchando, para poder seguir compitiendo, para poder ganarle un raund más a la muerte. Esas patadas tan duras y tan dolorosas, las que te vienen sin aviso, las que te desequilibran y las que te pueden vencer sin apenas haberte dado ni cuenta, las que debes temer más que ningunas porque son las que no te avisan y te tumban en la lona y te hacen perder. Ya se sabe, unos ganan...
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