En muchas ocasiones, paseando por la montaña, nos encontramos con días como el que refleja la fotografía, donde el sol intenta hacerse con el poder de la luz mientras la niebla, las nubes y las lluvias lo contradicen para entregar al montañero un día gris, húmedo y con detalles de tristeza. A mí, particularmente tanto me da quien venza, si el sol o la lluvia, ya que los días soleados me encantan tanto como los días tenebrosos en los que el olor a limpio y puro me envuelve el cuerpo. Por suerte, cada vez que montañeamos tenemos un día diferente para saborearlo, sea cual sea la escena elegida por la naturaleza.
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