jueves, 16 de agosto de 2018

ROC DE SANT GAIETÀ

De niño fui afortunado, tuve un padre que fue también amigo, y tuve un amigo que fue como un padre. Los dos murieron demasiado jóvenes. Hoy volví a uno de los rincones que Toni, mi amigo, me enseñó, cuando no tenia ni los dieciséis, el Roc de Sant Gaietà, cerca del Arc de Barà en Tarragona. De nuevo pude ver dónde comíamos, entre mesas de piedra, esos buenísimos pollos a l'ast, y al atardecer acercarnos al Roc, y deleitarnos con esa coca de vidre tan dulce y buena mientras reíamos de felicidad. Nunca te olvidaré amigo.




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